A finales de septiembre se celebró en la ciudad costera de Menton (Francia), cercana a la frontera con Italia, la Bienal de Arte Sagrado Contemporáneo. A las puertas del hotel donde tuvo lugar el evento se instaló una estatua de bronce de título Nuestra Señora de los Inocentes, creada por la escultora holandesa Daphne du Barry, que generó protestas por parte de los grupos feministas por su significación provida. Aldo Maria Valli ha hablado con ella para una entrevista en su blog:
La Virgen de los inocentes y la realidad de los niños no nacidos
Se llama Daphne du Barry, es una escultora holandesa y ha acabado siendo el centro de las noticias por haber realizado una gran estatua de la Virgen a cuyos pies yacen siete niños no nacidos. Según algunas personas que han pedido su retirada inmediata, Nuestra Señora de los Inocentes, que así se titula la escultura, sería “anti-aborto”, pero Daphne ha respondido que la estatua se encuentra en una zona privada y nadie puede pretender que se quite.
Todo esto sucede en Menton, en la Costa Azul, donde la escultora ha colocado su estatua por petición de Liana Marabini, propietaria del Grand Hôtel des Ambassadeurs. Y precisamente porque la estatua está situada en la zona del hotel las autoridades no pueden retirarla.
Aún más violentas han sido las protestas de los grupos feministas, que han organizado una manifestación durante la cual (con la presencia de una mujer en topless con el cuerpo pintado de violeta) han puesto en escena una falsa inauguración de la estatua, a la que han rebautizado polémicamente Nuestra Señora de la Libertad de Elección.
“Se utiliza el arte para hacer que las mujeres se sientan culpables”, ha denunciado una asociación local de planificación familiar, pero Daphne ha rechazado las acusaciones. La estatua, ha explicado, quiere sólo aumentar la conciencia de la belleza de la vida y la tristeza que supone perder un hijo antes de su nacimiento, independientemente del motivo: “Mi deseo era transmitir compasión y consuelo“.
Conocida por realizar esculturas en bronce de diseño clásico, que incluyen obras de tema profano que celebran la belleza del cuerpo humano, Daphne du Barry, que tiene su fundición en la Toscana (Italia), con el paso de los años se ha orientado cada vez más hacia temas religiosos, realizando crucifijos monumentales y obras conmemorativas de, entre otros, San Juan Bautista, Hildegarda de Bingen y Charles de Foucauld.
Su Bautismo del rey Clodoveo fue presentado a Juan Pablo II durante la visita que el Papa hizo a Reims en 1996 y la escultora recibió una bendición personal del pontífice.
“Tenía en mente el proyecto de esta estatua, explica Daphné, desde hace diez años. Ya había realizado el modelo y el año pasado recibí de la Virgen María una locución interior que me exhortó a hacer el monumento. Respondí: fiat voluntas tua y me puse manos a la obra. Por azar o por destino, hablé de ello con Liana Marabini [mecenas, promotora de exposiciones y directora de películas, ndr], que posee un gran hotel en Menton y estaba organizando la primera bienal de arte sagrado contemporáneo. Inmediatamente mostró un gran interés en mi proyecto y me propuso ser mi patrocinadora. Yo estaba encantada. Empecé de inmediato y ahora Nuestra Señora de los Inocentes está allí, en el Grand Hôtel des Ambassadeurs de Menton, en un área privada”.
“Los niños no nacidos, que aún tienen el cordón umbilical, son siete porque se trata de un número simbólico y sagrado. Son niños que por uno u otro motivo no han llegado a nacer, una realidad difícil de ver y aceptar, pero realidad al fin y al cabo”.
“Cuando realizaba esta estatua”, explica Daphne, “recé mucho a la Virgen: mientras estaba de rodillas, lloré de verdad por cada niño que estaba modelando, derramando lágrimas de impotencia porque sabía que estos niños nunca verían la luz del día. Esta estatua ha sido creada para que las mujeres, pero también los hombres, sean conscientes de que la vida es valiosa y sagrada. No he querido juzgar a nadie. La obra representa el homenaje de la Virgen a los inocentes que nunca han nacido. La Virgen los abraza, los acoge con misericordia porque ella es sólo amor: no juzga, no condena, sólo sufre y llora. He querido transmitir un sentimiento de misericordia, compasión y consuelo a través de la imagen de la Virgen, que acoge y cuida a estos pequeños”.
“Algunas madres”, continúa Daphne, “no han querido a sus hijos, otras han renunciado porque han sido presionadas o porque no estaban preparadas. No quiero saber los motivos. Creo que las madres, en cualquier caso, cuando llevan a cabo este gesto no toman en consideración las consecuencias. He conocido a mujeres jóvenes que han abortado y que se han arrepentido amargamente. Decimos que un niño tan pequeño no es nada, que no es aún una persona, pero no es verdad. He querido que todos se pusieran frente a esta realidad. Sin juzgar, pero con gran claridad”.
Respecto a las polémicas suscitadas por la estatua, Daphne dice: “La gente cree que mi obra es contra el aborto, pero no es así. Para mí, el monumento debe sensibilizar para que las mujeres comprendan que la vida es un don de Dios, que la vida es sagrada. Obviamente, como católica, no puedo estar de acuerdo con esta ley, pero mi objetivo no era cuestionarla. He realizado la estatua como acto de amor hacia los niños y sus madres”.
Concluye Daphne: “Me gustaría poder hacer más. Me gustaría también, si Dios quiere, hacer una estatua aún más grande, de manera que se convierta en algo muy importante, un lugar de peregrinación. Dios decidirá y la Virgen me ayudará”.
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