Los ángeles de la muerte
Los «ángeles de la muerte» son un tipo de asesinos en serie que pertenecen al sector sanitario y que se dedican a matar a los pacientes, con la excusa, que ya veremos que solo es una excusa, de aliviar sus sufrimientos.
Ya me imagino que se les viene a la cabeza muchas semejanzas con la nueva ley de la eutanasia, habrá muchos que se vean convertidos en ángeles de la muerte. Pero no solo hay semejanza con la eutanasia, sino con el resto de leyes antivida y con la gestión de la pandemia. A todo el que piense que el Estado solo busca nuestro bien y que la verdad oficial es la verdad absoluta y el resto son conspiraciones, le recomiendo vivamente la lectura entre otras del informe Kissinger y de la encíclica Evangelium Vitae.
Cuanto más profundizamos en el comportamiento de este tipo de criminales más semejanzas encuentro con la situación actual, dejo a la reflexión del lector si estas características le resultan familiares:
La supuesta razón que les mueve según ellos es acortar una vida de sufrimiento. Es evidente que no tienen el menor deseo de hacer un bien a nadie, ni aliviar ningún sufrimiento, sino que buscan una satisfacción personal de sus propios traumas personales, por eso empiezan por personas más enfermas y acaban asesinando a personas, niños y bebés incluidos, perfectamente saludables. Hay que buscar una justificación, y la justificación es siempre la misma «es por tu bien».
La razón común a todos los asesinos, y por supuesto el mismo que inspira estas leyes antivida es siempre la misma: el placer de decidir quien vive y quien muere, puesto que esto les hace sentirse superiores a los demás, dueños de su destino, les hace sentirse poderosos y así compensan su miseria y su iniquidad. A veces hay una motivación económica detrás, pero no siempre
La consecuencia de adentrarse en el mal y del endurecimiento del corazón, a causa del pecado, consiste en el placer de ver sufrir a otro. Tenemos ejemplos no solo en los ángeles de la muerte, sino en los campos de exterminio o en las persecuciones religiosas, en las pasadas y en las presentes.
Una característica importante que complementa al «es por tu bien» es la necesidad de aparecer como salvadores de sus propias víctimas. Uno de los rasgos comunes de estos asesinos en serie es que después de inyectar sustancias letales a sus víctimas dan la voz de alarma y hacen lo indecible por salvar a esa misma persona, de tal manera que son aclamados como héroes. Se muestran conmovidos por la muerte de esa persona, falsamente claro, y son increíblemente empáticos con la familia que les agradece infinitamente su labor y les considera los mejores médicos y enfermeros del mundo. Todo esto sirve para compensar una necesidad desesperada de ser apreciados y queridos y de ser el centro de atención.
El siguiente denominador común es la reacción del entorno: el silencio y la complicidad. A este tipo de asesinos es muy difícil atraparles, primero porque verdaderamente aparecen como héroes y segundo porque sus compañeros que sospechan y a veces saben lo que está ocurriendo callan: callan porque tienen miedo a perder su puesto de trabajo, callan por miedo por significarse, callan por cobardía y corrección política y eso les convierte en cómplices. En casi todas las historias de ángeles de la muerte han despedido antes a quienes denuncian que al asesino.
Afortunadamente estos ángeles de la muerte acaban en prisión porque les puede la soberbia, empiezan a sentirse invencibles e intocables y comenten errores y ahí acaba su vida criminal. Esto me recuerda a la frase que su director espiritual le dijo a San Juan Pablo II cuando estaba discerniendo si unirse a la resistencia o entraba en el seminario. Esta frase fue guía para él y lo es también para mi vida. «Tú dedícate a hacer el bien que el mal se destruye a sí mismo». Esforcemos, pues, en hacer el bien, movidos y sustentados por la Gracia y unidos a la Vid verdadera.
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